18 Ago
Soy Suédyla Nara Ferrari, una brasileña que desde muy pequeña tuvo el sueño de ser médica, algo que me parecía imposible de lograr debido a la situación financiera de mi familia.
Sumando al problema económico, a mi madre no le gustaba la idea de tener una hija viviendo en un país diferente, con cultura diferente y personas que nunca antes había visto. Pero yo sabía que si el plan de Dios era el mismo que el mío, Él abriría el camino para lograr este sueño.
La primera meta para lograrlo sería que mi mamá consiguiera un trabajo, y lo obtendría si un amigo de ella ganaba las elecciones para ser intendente de la ciudad.
Mientras tanto, mi familia trabajó mucho para conseguir dinero. Durante la mañana yo estudiaba y por las tardes vendía casa por casa una fruta típica del lugar llamada açaí, para poder pagar mi pasaje y el examen de ingreso en la UAP.
Pero la decepción fue grande. Después de tanto trabajo, el candidato a intendente que le daría trabajo a mi mamá perdió las elecciones y tuve que llamar a la Universidad para comunicar que no había conseguido dinero suficiente para pagar todo mi año escolar.
Fue una situación muy triste. Recuerdo estar en el living de mi hogar escuchando a mi madre decir que por el momento sería imposible que alcanzara el sueño de ser médica.
Al pasar los días recibí un email desde la UAP donde me decían que estaban orando por mí y que el dinero que había pagado para el examen de ingreso no sería perdido sino que lo guardarían para el siguiente año. Eso me dio mucha alegría y esperanza. Sentí que Dios me estaba diciendo: «este año no, pero el próximo sí».
Durante este período estuve estudiando en un preuniversitario en Brasil al mismo tiempo que vendía açaí para juntar dinero. También, con mi mamá, decidimos despertarnos todos los días a la madrugada para orar por este sueño.
Para nuestra sorpresa, el intendente electo fue destituido y quien ocupó su lugar fue el candidato que le daría trabajo a mi mamá. ¡Que felicidad sintió toda mi familia! Hice el examen de ingreso en la UAP, aprobé y hoy estoy finalizando mi quinto año de Medicina en esta Institución.
Cuando la incertidumbre y tristeza tocaba mi corazón recordaba la cita de la escritora Elena G. White que decía: «No tenemos nada que temer al futuro, a menos que olvidemos la manera como Dios nos ha conducido y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada» (Notas biográficas. p.216).