Misión en movimiento… sobre dos ruedas
Más de cinco mil motos y más de diez mil personas estuvieron en un predio preparado para reunir a los amantes de este tipo de vehículos en el XX Motoencuentro Internacional de Diamante, que se realizó del 9 al 13 de septiembre.
Era sábado. Un gran escenario preparado para el programa de este encuentro se impuso en el Balneario Municipal. Al lado, unas veinte personas comenzaron a levantar una carpa, ubican un par de motos de alta cilindrada y unos banners identificatorios. Ellos pertenecían al grupo Misión en Movimiento, del Instituto Misionero de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Adventista del Plata (UAP); y a la agrupación Adventist Motorcyrcle Ministry (AMM) recientemente conformada en Libertador San Martín y presentada hace un mes en el templo de la UAP.
Los ojos del público presente fueron dirigidos hacia aquella carpa inflable, en donde un grupo de estudiantes avanzados de Kinesiología prestaron servicio sugiriendo posturas y ejercicios particulares para los motociclistas. Los representantes del grupo AMM distribuyeron bibliografía cristiana entre los transeúntes que, atónitos, reciben con beneplácito un mensaje inspirador y lleno de esperanza.
Alan Orellano, estudiante del tercer año de Kinesiología, es el líder en el área de Expo Salud para el grupo Misión en Movimiento, quien nos brindó detalles acerca de esta actividad «Estuvimos poniendo a disposición de los participantes de este motoencuentro distintas disciplinas kinesiológicas propias para aquellos motociclistas que están muchas horas sobre su vehículo. La idea fue enseñarles y recomendarles posturas saludables para conducir las motos y sobre el cuidado de su cuerpo para acceder a una mejor calidad de vida».
Pensar en hacer recomendaciones a personas que conducen sus motocicletas desde hace más de veinte años no debe de haber sido una tarea fácil: «Esta fue la sorpresa. Mientras preparábamos el programa nos preguntábamos cuál sería la respuesta de la gente. Pero fuera de nuestro pronóstico, las personas fueron muy atentas y manifestaron muchas ganas de intercambiar información. Inclusive, compartieron cierta ejercitación que ponían en práctica y nosotros sumábamos otras cuestiones que enriquecían cada encuentro. Teníamos en nuestro estand una descompresora cervical neumática, instrumento kinesiológico que ayuda a descomprimir las vértebras e inclusive, aliviar dolores. La gente se aproximaba al estand, recibía nuestra atención y, además, recibía nuestro testimonio acerca del mensaje que abrazamos con convicción y fe».
«Fue una experiencia muy linda —afirma Alan Orellano—. Fue como nuestro bautismo de fuego. Estábamos en un escenario al que no estábamos acostumbrados. Es por eso que el viernes 11 nos juntamos los dos grupos para orar por esta propuesta. Esto era algo inaudito para nosotros y surgió una frase que nos hizo bien a todos “Si estamos locos, esta locura es para Dios”. De esta manera unimos nuestra pasión por las motocicletas y por la kinesiología, por amor a Dios. En una oportunidad, uno de los participantes que llegó hasta el estand nos dijo: “Muy lindo el trabajo que están haciendo, pero ¿se dan cuenta de que este no es su territorio?”. Estábamos en un lugar en el que se nos hacía difícil concentrarnos en nuestra tarea, ya sea por la música, por los ruidos de las motos o por las situaciones a las cuales no estábamos acostumbrados. Pero sentimos la presencia de Dios en cada momento. A veces nos separábamos en grupos para orar con el fin de poder continuar con nuestro cometido. Terminamos el día cansados, pero felices de haber llevado a cabo esta actividad. Muchos, a través de nuestros testimonios o el de las publicaciones que repartimos, conocieron que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros. Esta es nuestra esperanza».