19 Jun

«Las acciones más importantes en la vida comienzan ayudando a los demás», fueron las palabras de Lucas Treiyer. A comienzos del 2016, se encontraba cursando el último año de la carrera de Comunicación Social en la Universidad Adventista del Plata (UAP). Quedaba aproximadamente nueve meses para la tan ansiada graduación que lo convertiría en un profesional de esta ciencia social, pero un llamado cambió su rumbo.

Un día en clases, se enteró que la Escuela de Misión, programa que depende del área del Servicio Voluntario Adventista que funciona en la UAP, se encontraba buscando un voluntario en la especialidad de Comunicación Social para desarrollar tareas sociales en Italia, durante un año.

Fue así que no dudó en inscribirse, aprender el idioma y prepararse para este nuevo reto que implicaba postergar su graduación de fin de año. UAP Noticias conversó con él, quien contó su experiencia como voluntario en la Casa di Riposo, un asilo de ancianos ubicado en la provincia de Forlí-Cesena.

«Llegué el 11 de marzo de 2017, me desempeñé medio tiempo en el área de comunicación en la mencionada casa de ancianos. El trabajo comprendía generar material gráfico con el fin de abastecer a la comunicación interna del lugar; también, estuve abocado a las redes sociales para acercar la institución al público externo, con el fin de alcanzar a los familiares con información que atañe a la convivencia de esta comunidad de adultos mayores».

Comenta que en las mañanas su horario comenzaba desde las 8:00, y en la Casa di Riposo se realizaban diferentes eventos como charlas de salud y recreaciones, siendo su responsabilidad producir contenido audiovisual para su posterior difusión. A su mente vuelven algunos recuerdos de las noches en las que entrevistaba a los «abuelos», como les dice cariñosamente, y las historias que relataban de grandes viajes y aventuras alrededor del mundo. «Compartir estas anécdotas, era la parte que más disfrutaba en mi tarea», afirma Lucas.

A pesar de que los ancianos del asilo estaban acostumbrados a relacionarse con voluntarios procedentes de diferentes países, todo fue un proceso para él. «Las primeras semanas no hablábamos mucho, con los meses se fue generando el contacto —explica Lucas—. Recuerdo que en la oficina, mientras me encontraba editando, venia un abuelo, Fabio Soldatti, siempre a ofrecerme comida o para hablar conmigo, por el simple hecho de conversar pues, para él significaba muchísimo. Fabio era un fanático de las películas, razón por lo cual, más de una vez, me solicitaba que le descargara algunas de sus preferidas. Y así es como creció la amistad o una amicizia, como se dice en italiano».

Entre otras actividades que desarrolló en Italia y le permitió crecer como profesional, fue la oportunidad de formar parte del equipo de Hope Channel, el canal de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Europa. Respecto a su experiencia como voluntario y comunicador social comenta: «Ser voluntario es ir a ayudar en donde te llamen. Yo pensaba que en Europa y, sin graduarme aún como comunicador, no iba a poder ser de gran ayuda. Allí me di cuenta que esto no era así».

Para Lucas el proceso de adaptación resultó ser sencillo, siente que no tuvo un fuerte choque cultural porque la costumbre italiana se asemeja bastante a la argentina, pero sorprendentemente volver a casa le resultó difícil. Se había acostumbrado a vivir en Italia, a sus labores en el área de comunicación y a su departamento donde compartía gratos momentos con amigos. Sabía que esto iba a ocurrir, puesto que lo había leído en el libro Pasaporte para la Misión, cuanto más tiempo se vive en el extranjero, una persona se acostumbra a la cultura anfitriona, y al retornar a casa experimenta la sensación aguda de los síntomas del shock cultural a la inversa.

Aún lleva consigo los mejores recuerdos en su corazón y comparte la siguiente frase «Yo siempre digo “Si Dios ama a la otra persona, ¿por qué yo no?”. No perdí un año, invertí en él. Personalmente, gané en mi experiencia de servicio y crecí como ser humano. El estar alejado de mi familia y amigos me hizo madurar emocionalmente, crecer como profesional y, en el día a día, supe aprender a valorar más el trabajo».

Acabado el 2017 y con ello el año de servicio voluntario en Italia, Lucas se encuentra en la UAP, desarrollando su tesis con el objetivo de graduarse este 2018 y obtener la licenciatura. Tiene muchos planes a futuro, entre ellos: volver al voluntariado en otros países.

La UAP es una institución adventista reconocida internacionalmente por su excelencia académica y por el espíritu de misión que inspira en sus estudiantes. A través de su historia, ha enviado a miles de jóvenes a todo el mundo como profesionales. Este fue el relato de Lucas Treiyer, la próxima podría ser tuya.