11 Mar

Dr. Humberto RasiA fines del mes de febrero, la Universidad Adventista del Plata recibió la visita del Dr. Mario Humberto Rasi. El destacado académico fue director de Educación de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD) durante doce años y aún continúa colaborando con esta área en distintos programas. Gracias a su amabilidad,  La Agenda dialogó  con él sobre los motivos de su visita, sus actividades, los desafíos y el rol de la educación adventista.

¿Cuás es el objetivo de su visita a esta institución?

El motivo es doble: el primero, de índole familiar; el segundo, una instancia de acercamiento a las actividades que se realizan en esta Casa, particularmente de tipo editorial, concretando una entrevista con la Lic. Edith de Castro, directora de la Editorial UAP. En la misma estuvimos dialogando acerca del trabajo que se está llevando en forma conjunta entre la mencionada editorial y la Editorial Adventus (consorcio editorial conformado por 13 universidades adventistas de habla española). También, realizar algunas entrevistas con pensadores y dirigentes para un programa que se emite en Estados Unidos y que se llama “Diálogo al Punto”.

Consultado acerca de sus responsabilidades actuales, expresó: Alguien una vez me dijo: “En la Biblia, del Génesis al Apocalipsis, no he encontrado aún la palabra jubilación”, así que estoy tratando de ser fiel a esa exégesis. Mi responsabilidad principal, después de jubilarme, luego de haber sido director de Educación de la Asociación General entre 1990 y 2002, es llevar a cabo proyectos especiales que dicha dependencia me ha confiado. Dentro de estas responsabilidades  se incluye  la coordinación del mencionado consorcio editorial que se propone publicar libros de tirada corta, pero de sustancia, para investigadores y profesores adventistas en distintos niveles. El segundo proyecto a mi cargo es mantener y ampliar la Red de Profesionales Adventistas que se ha establecido con el fin de permitir tomar contacto con personas que pueden ocupar vacantes en nuestras universidades y que es uno de los desafíos más grandes que enfrentamos. Teniendo en cuenta el gran crecimiento de nuestras instituciones,  esto se vuelve cada vez más imperioso y deseamos que esos talentos puedan desarrollarse en nuestras universidades.  Sumado a esto, participo en seminarios sobre la integración de la fe y la enseñanza y estamos completando una serie editorial compuesta de cuarenta volúmenes con alrededor de 800 ensayos, preparados en distintos lugares del mundo, denominada “Cristo en el aula”.

¿Cuál es el rol que juega una institución de nivel superior como la UAP, en su contexto más cercano y a nivel global?

En este momento, la Asociación General de la IASD reconoce a 116 universidades en el mundo, siendo esta una parte de un contexto mayor que ocupa la educación adventista en el nivel global, en donde se suman un número considerable de centros educativos para los distintos niveles: primario, secundario, terciario y universitario. Este escenario es ocupado por 90.000 educadores que colaboran con casi 2.000.000 de estudiantes en más de 130 países. Las universidades están empezando a tener un papel importante dentro de la vida de la iglesia. Cumplen un rol fundamental para la confirmación y la investigación del pensamiento de la misma. Todos deben aprovechar esta herramienta. A modo de ejemplo, la Universidad de Andrews cuenta con institutos de investigación en crecimiento de iglesia y efectos de la educación adventista en las generaciones presentes, entre otros. Sé también que la UAP cuenta con pensadores y docentes que han participado y participan en encuentros internacionales  sobre teología y es mi oración que esto pueda reproducirse aún más y se les pueda dar lugar para ser incubadores de ideas. Es mi deseo que se cambie la tendencia de ser consumidores de ideas provenientes de otros pensadores y filósofos, para ser productores de conocimientos, de nuevas ideas de ver la vida y el mundo. El fin de Adventus es canalizar el pensamiento adventista, cada vez más útil y más necesario en este mundo confuso, en un contexto en donde algunas universidades están empezando a pensar que con el posmodernismo y el hipermodernismo se está llegando al fin del proyecto secular. Ahora se ve la idea de que, además de preparar profesionales para el gobierno, la música, la investigación y la ciencia, ¿para qué más estamos nosotros? La bifurcación que se ve entre pensamiento y conducta que se materializa en el mundo moderno es muy preocupante. Como adventistas, intentamos mantener unidos el pensar con la forma de ser y el modo de actuar, y en esto tenemos mucho que aportar. A modo de analogía, en lo que respecta a las ciencias aplicadas, en la Universidad de Loma Linda, en lo que a las ciencias médicas se refiere, se han hecho avances importantes: fuimos pioneros en cirugías de trasplante de corazón y ahora de otros órganos. La universidad adventista en su mejor momento es la de una iglesia pensante, que mira el futuro y sugiere direcciones para la acción y la misión.

¿Qué otras cuestiones desafían a la educación universitaria?

Hay una cuestión singular dentro de la universidad y su misión: es que,  se amplía el conocimiento con este fenómeno que son las vías electrónicas de investigación y las bases de datos enormes. El concepto de universidad, en sus comienzos (1300 – 1400), se fue gestando en los seminarios católicos que fueron transformándose en universidades. Bolonia, Salamanca u Oxford fueron lugares en donde se prepararon pensadores cristianos con un concepto de unidad de pensamiento. De ahí se desprende el concepto de universidad, una unidad desde la cosmovisión cristiana. También, hay algo propio de la universidad: la fragmentación del conocimiento. En los últimos cincuenta años se ha pasado de las especialidades a las subespecialidades, cuando uno empieza a saber mucho de poco. Hay un divorcio, pasamos de universidad a un conjunto de gente que trabaja en un campus, pero que no piensa bajo los mismos patrones. La fragmentación favorece a la secularización y a la incomunicación. A modo de corolario, el primer desafío es producir ideas, conceptos y teorías desde una perspectiva bíblico-cristiana, un lugar donde se publique y se difunda. El segundo, es cómo resistir la fragmentación del conocimiento y cómo mantener la unión y la comunicación para no caer en el modelo secular.

Tercero, la función importante de nuestras universidades es la formación de una persona entera, que piense y filtre, que critique y que viva coherentemente la verdad de Dios y que sea un embajador de ese Dios creador, sabio y todopoderoso a quien debemos todo. Me ha tocado estar en muchas universidades adventistas del mundo y los ministros de Educación de esos lugares nos visitan y nos preguntan cómo se hace para generar profesionales tan apegados al servicio y al bien común. Sin dudas, nuestros países serían mucho mejores. Nosotros les contestamos: la fórmula se las podemos dar, pero se requiere de un tipo de persona especial que tenga compromiso con el concepto de la verdad. Todo lo que es verdad, es verdad de Dios.

Por último, en la despedida del encuentro mantenido, el Dr. Rasi expresó: “Es un placer estar en esta Casa en donde realicé tres años de estudio con grandes profesores que me amoldaron y montaron una maquinaria de análisis de pensamiento que me ha servido por el resto de mi carrera”.