Cuando las manos solo hablan de paz
El conjunto Manos de Paz es un grupo organizado de alumnos perteneciente a la Universidad Adventista del Plata (UAP). Está compuesto por aproximadamente 20 estudiantes de todas las facultades. Tiene como objetivo utilizar el lenguaje de señas para comunicarse con personas que sufren de disminución auditiva y sordomudos.
Dorothea Dixon es estudiante en la carrera de Medicina. Oriunda de Misisipi, Estados Unidos, estudia en la UAP y es directora de «Manos de Paz». Conversó con La Agenda, y contó cómo surgió la idea de realizar esta actividad.
«Por mi parte, me interesé por el lenguaje de señas en Estados Unidos. Allí hice un par de cursos. Pero el lenguaje de señas no es universal. Cada región o país, o más precisamente, cada comunidad sorda, desarrolla su propio lenguaje de señas. Por lo tanto, cuando llegué a la Argentina en 2008, no pude usar lo que había aprendido. Un chico de Brasil me enseñó el lenguaje de señas que se manejaba en este país y pronto formamos un grupo donde interpretábamos canciones en programas navideños. Tuvimos una buena recepción y en el 2009, nos convertimos en “Manos de Paz”, un grupo misionero que interpreta canciones en la iglesia».
Dorothea comenta que no cuentan con un especialista en lenguaje de señas, y que la idea es adquirir mayor conocimiento en el área en que se desempeñan.
«Lo que hacemos es trabajar con libros y manuales, de donde aprendemos las señas. Como dije, el lenguaje no solo varía en cada país, sino también en cada región. Así que en los manuales nos encontramos con variaciones en este sentido. Este año trabajamos con un chico de Misiones, que es sordo. Sus señas son diferentes a las nuestras, así que estamos haciendo ajustes para que podamos compartir los cantos, y la mayoría nos pueda entender. En el 2010 tuvimos la suerte de que un intérprete vino con un chico sordo a enseñarnos, a capacitarnos. Practicar con ellos fue excelente. Pero actualmente no contamos con un especialista. Estamos haciendo tratativas para conseguir nuevamente a alguien que nos ayude. Nos gustaría tener algo más formal, para ser más eficientes a la hora de comunicarnos con los sordos».
Seguidamente, detalló los objetivos del grupo misionero con mayor profundidad. La inclusión, por sobre todas las cosas.
«Uno de los objetivos es que los chicos aprendan el lenguaje de señas y que después lo puedan implementar en su vida diaria, pero también en su vida profesional. La idea es formar líderes, que el conocimiento que adquieren, después lo compartan. Funcionamos como una especie de escuela en ese sentido. Otra de las cuestiones que intentamos abordar es que la gente se interese por los sordos. Muchas veces no los vemos, son invisibles para nosotros. Queremos despertar ese interés en los chicos, para que luego lo transmitan. Es necesario que tomemos conciencia de lo importante que es incluir a estas personas. Otro objetivo, es ser parte de los DVD de cantos adventistas. Nuestra propuesta es que aparezca alguien interpretando los cantos. De esta manera los sordos también pueden percibir el mensaje de las canciones. Escucharlos, a través del lenguaje de señas».
Además, destacó el hecho de que se encuentran trabajando con niños, para que también formen parte de este proyecto.
«María Elisa Márquez, es vicedirectora del grupo Manos de Paz. Ella se encuentra trabajando con niños de 10 a 12 años. Les da un pequeño curso de lenguaje de señas. Aprenden cantos y versículos. A esa edad son muy grandes para la sociedad de menores y muy chicos para la sociedad de jóvenes, así que es una buena opción a la hora de realizar una actividad los sábados de tarde. Se reúnen a las 15:00, en las aulas del Profesorado de Educación Física».
Las personas valoran la actividad que realiza «Manos de Paz». Dorothea cuenta que no reciben comentarios negativos. Por el contrario, la gente les pide que participen en los programas de la iglesia, porque les gusta el trabajo que hacen.
«La gente nos pide más. “¿Por qué no interpretan los sermones también?”, es algo que nos repiten con frecuencia. Lo que sucede es que nosotros no somos expertos. Nuestro conocimiento es mínimo. No contamos con un especialista que nos oriente. Aquí, en la Argentina, no hay muchos recursos para esta actividad. Interpretar todo un sermón es complicado. Por eso nos limitamos a los cantos. Por este motivo es que seguimos buscando alguien para que nos capacite».
También tuvo tiempo para contarnos un par de historias. Testimonios. Vivencias en las cuales el lenguaje de señas ha sido útil para comunicarse con los sordos. O para comunicar a los demás lo que ellos querían decir.
«Pamela es una chica que trabaja con nosotros. Forma parte del grupo Manos de Paz. Viajó a un Camporí de Conquistadores y se encontró con una chica hipoacúsica. La hipoacusia es la pérdida parcial de percepción auditiva. Escuchan, pero lo mínimo. Pamela sabía lenguaje de señas a partir de lo que había aprendido con nosotros. Lo poco que ella sabía, le permitió comunicarse con la niña. La ayudó a comprender los mensajes que se presentaban en los sermones. Dios con poco, hizo mucho».
«Otro caso es el de Brenda. Los sábados, cuando nos reunimos, lo que hacemos es aprender los cantos, para luego interpretarlos en las iglesias. Un canto que aprendimos fue “Mensajero”. Brenda lo interpretó en un Camporí de Conquistadores. Una chica se acercó. Era sorda. Y estaba emocionada, porque había entendido. Había podido disfrutar del canto».
«En Córdoba, en una Exposalud, fue donde me tocó vivir a mí una situación particular. Un chico sordo se había acercado a los estands que teníamos preparados. Como no le entendían, me llamaron a mí. Yo pensaba en mi cabeza “¿Qué voy a hacer ahora? Si sólo sé lo mínimo”. Pero con ese mínimo conocimiento, sin ser especialista, él me entendió. Se fue feliz, porque se lo incluyó. Pudo formar parte como todos los demás. Ese mismo día, cuando estaba anocheciendo, me encontré con un grupo grande de sordos. Y sucedió otra vez que, aunque yo sabía poco, pudieron entenderme. Sólo conversé con ellos. Ese simple hecho, marcó la diferencia. Se sienten felices cuando uno aprende a comunicarse con ellos. Creo que fue en ese momento donde noté la necesidad de transmitir el mensaje de Dios a estas personas. Esta experiencia me dio ganas de capacitarme. De aprender más, para comunicarme mejor».
«Viviana también formó parte de “Manos de Paz”. Ella nos contaba que se encontraba en Santa Fe trabajando. Estaba de guardia en una clínica de esa ciudad. Fue entonces cuando entró una persona sorda. Era un hombre. Esperó casi por una hora para que lo atendieran. Lo llamaban, pero él no los escuchaba. Esperaba sentado que alguien se arrimara para avisarle. Cuando Viviana lo vio, se comunicó con él. Con lo poco que ella sabía, pudo ayudar a que los demás entendieran qué era lo que le estaba pasando a esta persona. Ahí vemos que el lenguaje de señas es importante en la vida profesional».
Para finalizar, Dorothea invita a las personas a que oren por ellos. Extiende su invitación también para todos aquellos interesados a sumarse a «Manos de Paz».
«Pido que oren por nosotros. Para que podamos conseguir material para mejorar, capacitarnos y ayudar con más eficiencia. Queremos expandirnos. Los sordos están entre nosotros. Están esperando que los encontremos, y que nos comuniquemos con ellos. Nos juntamos los jueves, a las 20:00; y los sábados, a las 15:30, en el aula 10 de la Facultad de Ciencias de la Salud. Cualquier persona es bienvenida a sumarse a nuestro grupo. No tiene que pertenecer necesariamente al área de la salud. La idea es que cualquier profesional pueda comunicarse con personas sordas».