28 Ago

EIDIM_EduardoIsaac_webDesde el 18 hasta el 25 de agosto se llevó a cabo el IV Encuentro Internacional de Interpretación Musical (EIDIM) en la Universidad Adventista del Plata.
Este evento, que tiene carácter de curso de Interpretación Musical, brindó las especialidades de Piano, Canto y Guitarra, para lo cual se contó con la presencia de los maestros Iván Cítera, Víctor Torres y Eduardo Isaac.
La Agenda pudo dialogar durante el programa Ventana al día con el maestro Eduardo Isaac. Durante la charla, el destacado intérprete internacional compartió su visión y experiencia resultantes de cuarenta años de carrera musical.
Al interpretar una pieza musical uno comparte más que notas en un pentagrama: también convida a su audiencia con su experiencia de vida.
«Claro que sí. Ningún recital es igual a otro y cada uno tiene su particularidad. Uno no interpreta para el público; lo hace con él. Esto encierra el misterio y el clima que genera la sala en donde uno se presenta. Particularmente, las experiencias que me han tocado vivir me permiten verme hoy como un mejor artista de lo que fui», afirma Eduardo Isaac.
Así como un concierto guarda su particular estilo, cada edición del EIDIM posee su propia singularidad.
«Creo que se van afianzando un grupo de ideas. Cada uno de los maestros tendrá su propio parecer con respecto a esto, pero en solo pensar en los estudiantes que vienen hasta aquí, provenientes de distintos lugares, con diferentes necesidades y deseos, proveen al clima que se genera… una química única. Y esta experiencia de la enseñanza la veo en cada parte del mundo que visito. Esto ha generado un estilo de enseñanza personalizada en mi proceder como docente de clases magistrales. Enfrentarme al joven intérprete y, gracias a la experiencia cosechada en muchos años, me permite reconocer las necesidades del potencial artista. Y esto va más allá de la técnica y la mecánica propia del instrumento, inclusive del repertorio. Tiene que ver con la propia psicología. Un encuentro de este tipo debe ser una fiesta. Hacemos música. Y esa relación cinematográfica de tensión entre el maestro y el alumno no existe. Se puede enseñar y corregir disfrutando del placer que el momento otorga. Esto y mucho más es lo que hace del EIDIM un momento bonito y renovado», consigna el renombrado guitarrista.
Se nota en la expresión de Eduardo Isaac cierta comodidad al hablar del EIDIM. Consultado acerca del significado de este encuentro internacional, dijo:
«Voy a ser muy claro y no quiero que parezca que solo estoy tirando flores. Siento que esta comunidad tiene un respeto enorme y un afán por el arte, por la música. De esto me di cuenta al poco tiempo de desembarcar en mi primera experiencia en el EIDIM. Después de haber pisado un sinnúmero de aeropuertos, de trasladarme por distintos medios de locomoción, de visitar distintas ciudades del mundo y llegar hasta este lugar, sentís que el que te recibe está deseando que le des lo mejor de vos, sea a través de un concierto, una clase, una charla. Esto es algo grande».
El diálogo continuó y cuando se tocó el tema de la realización del artista-docente y en dónde se encuentra este punto, el músico internacional concluyó:
«Hubiera sido peor músico si no hubiera abrazado la docencia. Hay algo a lo que se llama carrera y que al cabo de mis cuarenta años de experiencia he tenido que superar distintas etapas. Comencé a estudiar música a los siete años, pero me siento un profesional desde los veinte años, momento en que di mis primeros conciertos y puede ganar distintos concursos nacionales e internacionales de jerarquía. Esta idea de la carrera es tan vaga… El éxito, ¿cómo se mide? Estoy satisfecho de la vida que escogí. Si no fuera por las agendas que guardo con tanto ahínco desde hace veinticinco años, habría momentos de mi historia que se perderían en mi mente. Y es recurrente la pregunta: ¿yo hice esto?»En poco tiempo estaré dando un concierto con la Filarmónica de Porto Alegre llamado “Fantasía de un gentil hombre”. Estudiándola, es decir, retomándola —ya que la he interpretado muchas veces y en distintos lugares— me vino la imagen y la afirmación: ¡a esta pieza la interpreté en una sala en Texas!, un lugar en medio del campo, en su totalidad de madera y con cowboys… Es como si la memoria tuviera un cupo y te vas olvidando de momentos tan significativos en tu carrera. Me siento un artista realizado y feliz ya que he dado lo mejor de mí en cada etapa. Resultado de ello es la cantidad de discos que he cosechado y los recuerdos de la gente que pasa por tu vida».
El ámbito de la charla y la profusa experiencia del maestro Isaac obligaron a la siguiente pregunta: ¿qué le falta hacer?
«Lo bueno de todo esto es que no he perdido la ilusión. A través de distintos medios de comunicación, distintas personas y alumnos me invitan para participar en conciertos y master clases. La alegría que esto me genera al saber que para “tal fecha” tengo un compromiso es indescriptible, a modo de ejemplo, ya tengo agendadas presentaciones para el año 2017. Esta renovada satisfacción por lo que vendrá me brinda un buen tono de vida».
¿Cómo se gesta un intérprete?
«Esta es una idea compleja. Se tienen que dar varias cosas que no necesariamente van juntas. Por un lado, debe haber capacidad de trabajo, predisposición a la mecánica del instrumento, tener algo propio que contar y sentirse cómodo ante el público. Son variables diferentes que no siempre se dan en su conjunto. Esto es lo complejo del asunto. De esta conjunción exacta surge el intérprete. En mi experiencia intento equilibrar los cuatro ítems en cada uno de mis alumnos. Como docente, intento alcanzar la individualidad de cada uno. Para nada deseo crear un clon. El alumno se va nutriendo de muchos maestros y de él depende el intérprete que desea ser».