Realidad versus ficción: armas de paz hechas por Dios
Según un estudio realizado por la Unidad de Relevamiento de Datos del Concejo Deliberante de Paraná, sobre Nivel de Victimización y Seguridad en la capital entrerriana, el 32 % de los paranaenses han sido víctimas de algún delito en los últimos doce meses.
A pesar de que los hechos de inseguridad ocurren en cualquier lugar, los barrios carenciados, por lo general, son los terrenos más fértiles para los delincuentes, quienes muchas veces no reciben ningún castigo por parte de la justicia.
Paraná 20 es un barrio de la capital de Entre Ríos. Los malvivientes son moneda corriente en esta zona de la ciudad. Los niños no pueden jugar tranquilos en la calle, porque están expuestos a peligros de forma constante. Los vecinos no se sienten seguros. Los ajustes de cuentas y los enfrentamientos a mano armada son episodios que se repiten todos los días en este lugar.
En este marco, donde la confianza y la solidaridad son valores que no abundan, se encuentra el comedor comunitario Los Conejitos, que satisface una necesidad fundamental: brinda un plato diario de comida a los niños de la zona.
Roberto Alarcón, conocido como “Pelusa” en el barrio, es uno de los directores del comedor. Respecto de la labor que llevan a cabo comentó: «Este trabajo social lo venimos haciendo desde 1995. Hemos crecido con el paso del tiempo. En los inicios, nuestro comedor brindaba un sustento alimenticio para cincuenta chicos. Hoy en día, abastecemos a setecientas personas. Antes, los niños acudían al comedor y aquí se les servía la comida, pero en la actualidad les entregamos los alimentos en viandas. La inseguridad no les permite a los vecinos salir de sus domicilios. Sucedió, en varias ocasiones que vinieron por un plato de comida y cuando regresaron a sus hogares se encontraron con que les faltaba el televisor, el lavarropas, y muchas cosas más. Por eso es que decidimos implementar este sistema de raciones en forma de viandas».
El grupo misionero Jaasiel (hecho por Dios), perteneciente al Instituto Misionero de la Universidad Adventista del Plata (UAP), está conformado por estudiantes interesados en ayudar a los niños que se encuentran en situaciones de carencia o de extrema necesidad. Isis Alarcón es una de las integrantes de Jaasiel y explica en qué consiste la tarea que realizan: «Nuestras actividades apuntan a los niños, pero también trabajamos con los adultos. Hacemos juegos, dinámicas, y llevamos alimentos para colaborar con el comedor Los Conejitos. Nuestro objetivo es ayudar a las personas de escasos recursos».
Miriam, una vecina de la zona, es una de las muchas víctimas de la inseguridad. Es madre de seis hijos y les comentó a los jóvenes del Instituto Misionero cómo un hecho delictivo había afectado a su familia hacía tres meses: «Llevo doce años viviendo en el barrio. Mi familia está compuesta por mi marido, seis hijos y uno en camino. Estamos en una zona conflictiva. Hay vecinos buenos y malos. No me gusta generalizar, porque hay gente trabajadora, pero la realidad es que hay muchos delincuentes. El ambiente es realmente difícil. Hace tres meses nos tocó vivir una situación de cerca. Mi marido es mecánico. Se encontraba arreglando un auto en la calle, y tuvo la mala suerte de quedar atrapado en un tiroteo. Unos muchachos de otro barrio se enfrentaron con los del nuestro. Empezaron a disparar para todos lados. Mi esposo ni siquiera conocía a estos chicos y recibió un tiro en el pie izquierdo. Él es un “laburante”, un tipo que se dedica a lo suyo. Da mucha bronca e impotencia. Los médicos todavía no nos confirman qué secuelas puede tener, pero ya son noventa días que él no puede trabajar».
“Pelusa” también hizo referencia a los enfrentamientos que se producen entre los barrios de Paraná: «Sucede a menudo que se pelean barrio contra barrio. Son chicos de quince y dieciséis años. Nosotros tenemos un contacto frecuente con los niños y las familias de la zona. Podemos afirmar que viven con temor. La realidad marca que la seguridad, en este momento, está fuera de control. Hay muertos cada día, y lo más triste es que muchos de ellos son jóvenes que conocíamos».
Por otro lado, Isis Alarcón describió la manera en la que trabaja el grupo misionero. Sus integrantes intentan imitar a Jesús y utilizan la herramienta más eficaz para ayudar a los niños que viven esta realidad tan complicada: el amor.
«Lo que solemos hacer son manualidades. También relatamos historias bíblicas y las representamos mediante la actuación. Los niños tienen como tarea aprender los versículos que les enseñamos. A los más grandes les presentamos las actividades que se realizan en el Club de Conquistadores. La idea es que adquieran principios y valores. Ellos pueden ver en nosotros a sus amigos. Los amamos. Cuando se equivocan o se portan mal, les respondemos con amor y paciencia. Evitamos reprenderlos mediante gritos porque eso los pone mal. Muchos están acostumbrados a vivir hechos de violencia en su casa o en el barrio».
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) posee un término que tranquilamente podemos utilizar para describir la tarea que realiza el grupo Jaasiel. La OPS define la resiliencia como «un llamado a centrarse en cada individuo como alguien único. Es enfatizar las potencialidades y los recursos personales que permiten enfrentar situaciones adversas y salir fortalecido, a pesar de estar expuesto a factores de riesgo».
Karen Galarza, licenciada en Psicología y profesora de la UAP, otorga una mirada profesional acerca de la resiliencia y pone énfasis en la importancia de que los niños encuentren apoyo en un ambiente cristiano. «Uno de los factores que influyen en la resiliencia tiene que ver con el apoyo social que pueda recibir el niño. La escuela, los docentes y los amigos cumplen un rol fundamental en la búsqueda del chico por ayuda. Necesitan alguien que sea un modelo a seguir. Pero existe un elemento que es de vital importancia: la fe. El hecho de tener un apoyo social en un ambiente religioso, ligado a personas que tienen fe, es una buena influencia. Estos factores pueden contribuir a que un niño, a pesar de estar en una condición socio-económica con limitaciones, pueda encontrar la posibilidad de salir adelante. Ven otras alternativas para sus vidas».
Roberto «Pelusa» Alarcón también destaca el trabajo que realizan los estudiantes de la UAP: «Hace poco tuve una charla con un grupo de políticos. Les comenté acerca de las actividades que realizan los jóvenes de Libertador San Martín. Estuvieron de acuerdo en que deberíamos imitar el trabajo que Jaasiel hace con nuestros niños. Tenemos confianza en que si cambiamos nuestra mentalidad podemos ayudar de una manera similar a las familias carenciadas».
El marido de Miriam se encuentra rehabilitándose de su pie. Su familia lo acompaña y aunque debieron hacer sacrificios, confían en que van a salir adelante. Ella también elogió el trabajo de los estudiantes de la UAP y mantiene viva la esperanza de que el día de mañana sus hijos puedan estudiar y recibirse. «Mi hija de quince años me repite seguido que quiere estudiar. Me gustaría que todos mis niños estudien y salgan adelante, que tengan un futuro. Muchas veces ellos me piden cosas que yo no puedo darles. Ojalá que mis nietos no tengan que vivir esta realidad. Espero que mis hijos puedan darles a los suyos todo lo que yo no pude brindarles».