27 May
La Universidad Adventista del Plata (UAP) es una institución reconocida internacionalmente por su excelencia académica y por el espíritu de misión que se vive en cada espacio del campus. A través de su historia, ha enviado a miles de jóvenes a todo el mundo como profesionales.
Evany Roman Debone, graduada de la UAP en la Licenciatura en Comunicación Social, es una de ellas. Durante los últimos dos años, ha estado trabajando en la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) en Mozambique, país situado al sureste de África, en donde comparte su tiempo y amor con quienes más lo necesitan. La Agenda tuvo la oportunidad de conversar con la licenciada, para conocer en profundidad cómo surgió su deseo de entregarse al servicio voluntario: «Todo comenzó en mi primer año en la UAP. Yo participaba en las actividades del Instituto Misionero de la Facultad de Ciencias de la Salud y, con una compañera, teníamos un programa de radio en Aldea Brasilera (localidad cercana a la ciudad de Paraná). Con el tiempo, mudamos el programa radial a la ciudad de Diamante, en donde también visitábamos hospitales y trabajábamos con niños. Siempre me incentivó la idea de cambiar la realidad de las personas, aunque sea por un momento, durante los sábados de tarde. Los años fueron pasando y de la mano del Servicio Voluntario de la UAP tuve la oportunidad de ir a Italia. Durante ese verano di estudios bíblicos y colaboré en actividades con grupos pequeños. Allí, a pesar de las distancias con mi familia y amigos, comprendí cuánto me apasionaba ser misionera».
«Al volver —explica Evany—, seguí colaborando en el Instituto Misionero, pero esta vez desde el área de comunicación. Al finalizar la carrera, mis ganas de continuar uniendo mis dos pasiones —el servicio voluntario y la comunicación— fueron aún más grandes. Por esto, fui como voluntaria a ADRA Paraguay. El servicio humanitario que sostiene ADRA, su misión y su visión me dejaron sumamente impactada. Luego de muchas propuestas, tuve la oportunidad de ir a ADRA Mozambique. Recuerdo que en ese momento sentí que era mi llamado porque buscaban a alguien con las condiciones que yo podía cumplir. Me animé y fui a trabajar en ese lugar durante un año. Pasado ese año sentí que debía volver y seguir trabajando allí, así que fui por segundo año consecutivo».
Con respecto al trabajo realizado, comenta: «Gracias a Dios pude trabajar en el ámbito para el cual me preparé en la UAP y tuve un equipo de voluntarios de todas partes del mundo en el área de comunicación, quienes me ayudaron en gran manera. Incluso, varios chicos de la UAP estuvieron contribuyendo en los proyectos que realizamos. Allí, en ADRA Mozambique, trabajamos en relaciones públicas, márketing y pusimos en especial énfasis a la identidad corporativa de la organización. Consideramos que es de suma importancia dar a conocer el trabajo de ADRA con el fin de que la sociedad pueda sumarse y apoyar por medio de sus talentos y recursos. En esta mediación entre la sociedad y la organización, la comunicación cumple una función fundamental».
Finalmente, Evany compartió algunos de sus desafíos durante los años dedicados al servicio en el continente africano: «Uno de los proyectos que más requiere de nuestros esfuerzos es Munguluni, un lugar que está en medio de las montañas, al norte de Mozambique. Allí llegaron los primeros misioneros adventistas a compartir la Palabra de Dios y así como ellos queremos continuar dando el mensaje de salvación a la comunidad. El desafío, hoy en día, es educar a los niños y adultos y, a su vez enseñarles la Palabra de Dios. Esta misión marca mi vida todos los días. Aprendí a apreciar lo que tengo y las oportunidades que se me fueron dando a lo largo de mi vida. Además, comprendí lo que es el trabajo en equipo y pude ver siempre la mano de Dios al control de todo. Vivimos enfermedades y hasta situaciones de sumo peligro en donde Dios actuó inmediatamente, dándonos tranquilidad y una rápida salida al problema».
Al compartir cada uno de estos recuerdos, Evany se llena de emoción y nos dice con gran entusiasmo que su trabajo en aquel continente aún no terminó: «Este año volveré a trabajar en Mozambique. Tenemos muchos proyectos, entre ellos, poder asistir a 300 000 familias que actualmente están sufriendo necesidades alimenticias por diferentes situaciones que han enfrentado como país este último año. Gracias a Dios, por medio de donaciones y organizaciones que nos ayudaron, conseguimos comida para 17 000 familias en la zona aledaña a Mozambique, pero aún nos queda una gran cantidad de personas por las cuales estamos trabajando. Proyectamos no solo responder la necesidad inmediata de alimentación, sino crear un programa de agricultura para que las familias puedan contar con su alimento».