09 Feb
La Universidad Adventista del Plata (UAP) fue sede de la III Cumbre de Líderes Educativos de la Unión Argentina, llevada a cabo entre el 6 y el 8 de febrero. Este encuentro acaparó el liderazgo educativo de los seis campos eclesiásticos componentes de esta Unión. Además contó con expositores de renombre, entre los que podemos mencionar al Dr. Julian Melgosa, director asociado de Educación de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD).
En el marco de esta cumbre, La Agenda pudo dialogar con el líder educativo de la iglesia mundial sobre distintos aspectos que hacen al Sistema Educativo Adventista. A continuación, compartimos el resultado de esta entrevista.
¿La educación adventista es un concepto que supera la mera instrucción?
«Efectivamente. Hay textos básicos en los principios de Elena de White en donde se nos habla que la educación es más que la consecución en los estudios y el seguir ciertos objetivos de tipo cognitivo, intelectual o cultural. Lógicamente esto tiene una amplia variedad de aplicaciones y la tradición de la educación adventista ha intentado e intenta llevar a cabo el principio de que no estamos limitados a ofrecer una instrucción, una didáctica limitada a objetivos propuestos por gobiernos o culturas. Sino que incorpora valores de índole espiritual, moral y religioso, de tal manera que los alumnos que pasen por nuestras manos, jamás en sus vidas, se olviden de este postulado y hagan realidad el texto bíblico: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”». Prov. 22:6
También Elena de White suma un condimento sustancial al objeto de la educación: el servicio.
«Este es uno de los objetivos que está presente en la educación adventista,; de hecho, hoy es muy vigente y se explicita en los jóvenes del nivel secundario y universitario quienes atienden las necesidades sociales siguiendo el ejemplo de Jesús. En las instituciones superiores los jóvenes cuentan con programas que aportan oportunidades de servicio integradas a su educación. ¿Qué significa esto? No solo se administra un servicio necesario para las personas que pasan por situaciones de carencia, sino que brinda también un gran beneficio para la persona que brinda el servicio. La experiencia de servir, si ha sido significativa y sustancial, no se olvida nunca en la vida. Por esto, las instituciones adventistas tienen ese elemento incorporado en sus programas. Luego, para los docentes el servicio es algo esencial. Un profesor que toma su rol como una función de servicio seguro que logrará un trabajo más fecundo que aquel que lo hace por la mera remuneración. Por tanto, estas oportunidades se extienden a docentes, no docentes y administradores. Por este medio invito a todos los que tengan esta oportunidad a que diga que sí y se una al grupo juvenil de estudiantes que quieren servir a sus semejantes en sus necesidades».
En un mundo cada vez más escéptico, desilusionado y desesperanzado ¿Cómo enfrenta la educación adventista esta situación para sobreponerse a este escenario?
«Sin lugar a dudas que el aporte de la educación adventista viene desde lo religioso, profético y del mensaje de Jesús. Y, en un mundo en donde no sabemos con certeza lo que acontecerá el día de mañana (en lo social, político, económico, etc.), necesitamos ofrecer un mensaje de esperanza. La educación adventista ha tenido tradicionalmente ese objetivo, en medio de sus pretensiones,: ofrecer a alumnos, sus familias y a toda persona que se acerque un mensaje de esperanza que nos motive a hacer de este mundo un lugar mejor, pero sabiendo que no todo se va a poder lograr. Por tanto, necesitamos de un mensaje de esperanza que se direccione al pronto regreso de Jesús y que, con él, se acabarán todo tipo de injusticias, desavenencias, dificultades, angustia, enfermedad, dolor y de desesperanza; de esta forma podremos continuar viviendo en este mundo imperfecto pero con la expectativa que Cristo retornará cuando el mundo más lo necesite, terminando la maldad».
En unos de los conceptos vertidos por el Pr. Carlos Gill, presidente de la UA, expresó «El objetivo primordial de la educación cristiana es llevar a las personas hacia una relación salvífica con Jesucristo». ¿Qué idea viene a su mente ante este postulado?
«Efectivamente, estoy de acuerdo con esta declaración. De nada serviría la educación adventista, comparada con otros sistemas educativos, si no fuera por el mensaje de salvación. Si equipamos a los alumnos con un conocimiento preciso y cabal de las diversas asignaturas y los preparamos para el mejor desempeño profesional, no estaríamos ofreciendo el paquete completo. El propósito fundamental de la educación adventista es la salvación, los fundamentos de la IASD afirman que la educación y la redención son una sola cosa, por tanto esa relación con Jesús es sumamente necesaria. Nuestros programas incluyen, de una manera significativa, elementos que conducen a esa salvación: actividades espirituales, de servicio, clases y estudios bíblicos, música; todos estos, son ámbitos en donde la educación adventista se ha desarrollado descomunalmente. Quisiera agregar otro elemento con más precisión. Hay muchas instituciones cristianas que, sin ser adventistas, llevan a cabo esta misión de la que hablábamos, lo cual es muy loable. Pero debemos recordar que el mensaje adventista es preciso para el tiempo que nos toca vivir. Tenemos una serie de interpretaciones bíblicas que hablan del momento que se vive, de la etapa de Laodicea, de la profecía, del papel de Jesús en el Santuario celestial para nuestra salvación; aspectos estos que no tienen otras iglesias y que es nuestra responsabilidad difundirlos y equipar a las personas para entenderlos a fin de que la propia persona pueda ser congruente en su actitud y conducta. Este es un aporte específico que no debemos olvidar».
¿Cuál es la mayor dificultad que enfrenta hoy la educación adventista?
«Tal vez, uno de los mayores desafíos es la presencia creciente de alumnos y profesores que no profesan el adventismo. Esta es una oportunidad preciada para testificar sobre el gran amor de Jesús y acerca del mensaje de los últimos días, antes del retorno de nuestro Señor. No obstante, en la realidad, esto se transforma en un debilitamiento de la identidad adventista. La presencia mayoritaria de alumnos no adventistas puede acarrear a nuestras instituciones una serie de actitudes o cosmovisiones que no encajan en nuestras creencias. Esto se extiende particularmente en el equipo de profesores. El sistema educativo adventista se ha desarrollado de una manera sin precedentes y, con frecuencia, debemos sumar a especialistas, colegas que no tienen conocimiento de nuestra filosofía e identidad. Este es un riesgo, pero las instituciones están haciendo lo necesario para paliar cualquier efecto negativo. Esta es una realidad y no queremos perder nuestra visión, identidad y misión».
¿Qué mención le merece la UAP?
«Estoy conociendo, poco a poco, esta institución. Con anterioridad vine dos veces en los años 1997 y 2004. Ahora estoy en representación de la Asociación General de la IASD y siempre he tenido un concepto muy alto de la UAP. Esto ha sido gracias a personas que he conocido quienes han sido docentes, alumnos o administradores de esta casa. He tenido la posibilidad de ver crecer a exalumnos de esta institución en puestos de servicio o profesionalmente; fui testigo de su desarrollo y ejecución brillante de las profesiones, no solo en el seno de la iglesia, sino que también fuera de ella. Los graduados de la UAP son buenos pensadores. Esta Universidad no solo prepara alumnos para que conozcan sus asignaturas, sino que se les brinda luz para un pensamiento crítico y capacidad para abordar las verdades de una manera inteligente y leal a la iglesia. Aparte, este es un lugar idílico, apetecible, tranquilo, seguro, acogedor y hermoso».