16 Mar

Ramón Flores a la derecha, a la izquierda su  cuñado Jorge Borges y abajo su amigo Rodolfo SchmidtRamón Flores (1925-2011) fue alumno del Colegio Adventista del Plata en los años 50. Nació en Tafí Viejo, Tucumán, en un hogar de inmigrantes españoles; gente de familia, de afectos profundos y de lucha incansable. Los Flores se radicaron luego en Posadas, Misiones y se dedicaron al comercio. Ramón tuvo seis hermanos, y de los varones, él era el mayor. Así que no había tiempo para estudiar, solo para trabajar. Repartía mercaderías en un sulky o en bicicleta y en momentos libres jugaba al futbol en el club de su barrio.

En eso andaba, cuando se enamoró de Lidia Borges, de familia adventista. La conoció dando vueltas en la plaza del centro de la ciudad y por ella aceptó el adventismo. Decidió también estudiar teología, para servir mejor. Su hijo mayor tenía un año cuando los Flores se trasladaron a Puiggari (luego Libertador San Martín), en la provincia de Entre Ríos. Colportó, estudió, se preparó y regresó a Posadas convertido en un líder de iglesia y ciudadano ejemplar. ¿Cómo resumir sus años de servicio eclesial? Colaboró en la creación de muchas iglesias y de dos colegios adventistas. Fue anciano, predicador, maestro de Escuela Sabática, tesorero, director de publicaciones.

¿Cómo describir su calidad humana y espiritual? Así lo recuerda su hijo, el Dr. Luis Flores: “Fue un ejemplo de vida, de lo que debe ser un cristiano: despojado de bienes materiales, enfocado en Cristo y la Biblia, humilde, obediente a sus mandatos, servicial, cumplidor de los diez mandamientos a rajatabla”. Su recuerdo no se detiene: “Mi papá se recibió de perito mercantil ya casado. Con esos estudios llegó a ser fiscal del servicio administrativo de la Provincia. Llevaba la contabilidad a muchas personas y empresas, de eso vivíamos y sirvió para costear mis estudios universitarios. Fue fundador de la Colonia Oasis y de Jardín América junto a otros amigos adventistas. En los años 50, vivíamos casi pobres, pero nunca nos faltó comida… No teníamos heladera y no existía la televisión… No olvido que me buscaba en su bicicleta de reparto, de la Escuela Normal, la mejor de aquel entonces, porque mi madre quería que tuviera buena educación. Que alegría sentía subiéndome al caño de la bicicleta y viajar con mi papá hasta nuestra casa. Él tenía devoción por toda su familia, aun por tíos que casi no veíamos, visitándolos en ocasiones especiales. Llevó al colegio a todos sus nietos y su demostración de amor hacia su familia se incrementaba a medida que nacían más descendientes… Siempre trató de cooperar, aún con desconocidos… Ayudó a conseguir trabajo y jubilaciones a muchas personas, hasta me auxilió en el Colegio de Médicos… Su bondad era notable. Era fácil de tratar y de agradable conversación con algún toque de humor. De fuertes convicciones, tenía amplios conocimientos de política, historia y teología; tenía una respuesta para cada pregunta o duda que tuviéramos. Pudo ser un gran político o empresario, pero no tenía aspiraciones materiales o terrenales. Desechaba la ostentación, con un desapego total por lo material y su vestimenta era apenas una corbata y saco para ir a la iglesia los sábados… Llevaba una vida sana, se acostaba y levantaba muy temprano; nunca un cigarrillo ni alcohol… A la honestidad y la ética no las declamaba, las vivía… Tengo su legado, su ejemplo, un parámetro de conducta para seguir, del trabajo, la responsabilidad, el cumplimiento del deber y el servicio… Fue mi héroe. El hombre más bueno, honesto, macanudo y maravilloso que conocí”.

Después de una larga vida consecuente, de lucha y servicio, Ramón Flores falleció el domingo 12 de junio de 2011, a los 86 años; una sensible pérdida para sus hijos Luis, Liliana y Marita, otros familiares, amigos y una multitud de personas que lo conocieron y apreciaron. Una vida cumplida y una existencia irrepetible a la que nos ha costado despedir.

Muchos otros han expresado cosas muy bellas de este ex alumno del Colegio Adventista del Plata. El pastor Bruno Raso dijo una vez en Buenos Aires que Ramón Flores era “toda una institución para las iglesias de Posadas”. Otro líder de iglesia en la Argentina dijo: “Hemos perdido a un referente. Oro para que el Señor levante a otros en su lugar”. El Dr. Tulio N. Peverini recordó sus lejanos años de servicio en la provincia de Misiones: “Muchas veces veía a Ramón, siempre apoyando a la iglesia, siempre promoviendo el avance de la iglesia y de las instituciones educativas, siempre dando palabras de ánimo. Agradezco a Dios por el Hno. Ramón Flores. Por gracia divina espero verlo en la mañana de la resurrección”. Susana Chasquelis de Schulz, sin conocerlo personalmente, se sintió conmovida por el relato que llegó a sus manos: “¡Ahora soy yo la que estoy lagrimeando…!”. El Dr. Roberto Pereyra fue pastor de Ramón Flores en los años 70 y guardaba recuerdos profundos: “El hermano Ramón fue un siervo de Dios comprometido, fiel e incansable discípulo y servidor de Cristo. ¡Sí, espero verlo en el día glorioso de la resurrección! ¡Las iglesias de Posadas tuvieron y perdieron un gran líder! Su labor fue incansable, su responsabilidad cristiana y eclesial sin par… ¡Mi memoria guarda gratos recuerdos de Ramón!”. Pereyra también escribió a Luis Flores palabras muy sentidas: “Déjame decirte que recuerdo a tu padre como el miembro de iglesia más sensible a las necesidades humanas, fiel y comprometido con la iglesia y su Señor como nunca he visto en mis 39 años de servicio en la Argentina, Bolivia, Perú, Brasil y en otras latitudes donde he estado. Fue mi mano derecha durante los cuatro años que estuvimos en Posadas y muchas veces lo he referido en mis clases de teología aplicada o pastoral. Es relevante el legado que ha dejado tu padre a las nuevas generaciones de adventistas en Posadas, y aún más distante que los límites de la Asociación Argentina del Norte y de la misma Unión Argentina. Él ha sido un gran protagonista de la expansión y consolidación de la iglesia en la ciudad de Posadas y sus alrededores. ¡Gran líder, multiplicador de otros líderes! ¡Extraordinario visionario! Compañero fiel, leal y totalmente comprometido. Ya descansa. La resurrección lo espera con una corona de numerosas estrellas”. El pastor Basilio Zawadzki llamó a Ramón Flores “un gigante de la fe” y recordó un día lejano cuando, internado en un hospital con apendicitis, recibió la visita de don Ramón para ofrecerle su ayuda: “Cualquier cosa que necesite, yo estoy para eso”. Otro pastor, mucho más joven, tuvo su propio recuerdo, con el cual se cierra esta evocación de un hijo de la institución que hoy se llama UAP. Son éstas sus palabras: “Conocí a don Ramón… y sé que todo lo que dicen de él es cierto… La verdad es que gente así, es enviada por Dios para inspirar a tantos”.

La UAP tiene como objetivo continuar con la formación de personas así. ¡Que el Señor lo haga posible!

Dr. Daniel Oscar Plenc

Docente en la Facultad de Teología

Universidad Adventista del Plata