24 Jul

La carrera de Enfermería de la Universidad Adventista del Plata cumple 110 años de existencia en este 2018. Desde principios de 1900, tiene abiertas sus puertas para la formación de profesionales centrados en la excelencia y el servicio en Cristo, gracias a la mirada estratégica de los pioneros que, iluminados por la misión evangélica de sanar, educar y predicar, desafiaron épocas para concretar sus sueños.

Esa misma misión es la que comparte Mary Figueras, egresada de la carrera de Enfermería (1992-1995), quien recuerda sus primeros años de estudiante en la UAP. Fueron algunos sucesos que la llevaron finalmente a estudiar en esta Universidad, y que ahora al hablar de ellos, le generan añoranzas.

Mary llevaba tres años de haber estudiado Medicina en una universidad importante del país, pero por circunstancias que escapaban de su alcance, tuvo que desistir de esta carrera en la que había depositado todos sus esfuerzos e ilusiones. A partir de ese momento su vida tomaría otra dirección.

UAP Noticias conversó con Figueras, ex alumna de esta Casa de estudios y comentó: «Me encontraba confundida, y fue el Pr. Manuel Calaza quien me animó a continuar con los estudios, pero esta vez en la UAP. Yo lo veía inalcanzable por no poder solventar el gasto económico, pero al año siguiente que se abrió la carrera de Medicina, me dispuse a trabajar y así poder estudiar».

Ese año trajo sus propias novedades y grandes cambios en su vida. «Se nos comunicó a todos los estudiantes que la carrera de Medicina no iba a comenzar en ese año. A cambio nos propusieron estudiar la carrera de Enfermería. Así que seguí esa opción, y desde el primer año empecé con las prácticas hospitalarias».

Mary culminó los estudios por su mayor motivación de trabajar en el área de salud. Para el año 2005, ya contaba con la experiencia de enfermera, pero desafortunadamente le tocó experimentar una enfermedad con el nombre de síndrome de Guillaín Barré, que la dejó en la posición de paciente. Al mismo tiempo, sufrió una crisis de pánico. «Esto fue a causa de los miedos que me desbordaban relacionados con mi enfermedad, y aceptar un tratamiento psiquiátrico era otro problema para mí, porque consideraba que tener fe no es compatible con este tipo de procesos».

Mediante un tratamiento constante logró recuperarse del síndrome en seis meses y también de la crisis. Una gran lección que aplica a su vida es no tener miedo a los cambios porque de ellos se aprende, y a eliminar todo preconcepto, como el que ella tenía de la psiquiatría.

Actualmente trabaja en el Sanatorio de los Arcos en Buenos Aires en el área de Gestión de Enfermería. Además, se suma a la celebración por el aniversario de su carrera y de su alma mater y agrega: «La preparación que brinda esta Universidad es diferente, por ello, los enfermeros recibidos de la UAP somos muy buscados porque tenemos un acercamiento con el paciente desde muy temprano, y también en la parte espiritual. Esto marca la diferencia».