Misión Adventista Rural
Cada sábado, en horas de la tarde, un grupo de quince o veinte estudiantes del Instituto Misionero de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Adventista del Plata, preparan sus bicicletas para dirigirse a la localidad de Racedo, a 16 kilómetros de distancia de Libertador San Martín (LSM). El nombre que los identifica es Misión Adventista Rural (MAR).
«Somos un grupo de estudiantes universitarios —aclara Lindy Rodríguez, estudiante de Psicología y componente del grupo— que utilizamos bicicletas como medio de transporte para llegar a las comunidades rurales cercanas a nuestra localidad. Cada sábado recorremos más de treinta kilómetros para poder llegar a todos aquellos que nos necesitan. Visitamos principalmente la zona rural de Costa Grande y Gobernador Racedo».
Se autodefinen como un grupo ecológico por la razón de que no utilizan combustibles para transportarse.
Al llegar a estos lugares, el equipo de MAR brinda atención primaria de salud, control de signos vitales (presión arterial, frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria), control de peso, cursos de salud, asistencia espiritual. Sobre todo, se brinda amistad.
Cuando La Agenda consultó a Lindy sobre la recepción de las personas que habitan en estos lugares, dijo: «Quiero destacar que contamos con el apoyo del grupo REMEMOS, compuesto por jóvenes de la Iglesia del Parque de LSM. Con sonrisas, Lindy comenta que la muletilla acostumbrada entre los pedalistas es “REMEMOS con MAR” (aún se siguen escuchando las sonrisas que desprendió este comentario durante la entrevista). Atendiendo a tu pregunta, la gente es atraída, sobre todo, por las actividades concernientes a la salud. Cada tarde de sábado llegamos a Racedo a las 15:30 y nos dividimos en parejas para llegar hasta los domicilios de las personas que han aceptado estudiar la Biblia con nosotros. Otro equipo, en el que participo, se dedica a la atención de los niños. Realizamos actividades recreativas y tenemos momentos de reflexión con ellos».
Al llegar al momento del balance personal, Lindy aseveró: «El beneficio pasa por lo emocional y espiritual. Uno se llena de alegría al saber que utilizó su tiempo en algo que nos trasciende, en servir a otros. Hay semanas que están supercargadas de planes (estudio, clases y otras cosas) y al llegar el sábado, uno se plantea si seguir con este proyecto. Pero Dios nos da las fuerzas para cumplir con nuestra misión y, al regresar a casa, no encontramos llenos de una nueva energía que nos permite empezar la semana con otra perspectiva de las cosas. Esta experiencia no tiene precio ni punto de comparación».
Por más información http://institutomisionero.com/ministerios/mar/