10 Nov
Cincuenta años de compromiso con una empresa como lo es la educación, no es poca cosa. Si a esto se le suma la integración de valores cristianos, tampoco lo es.
El Dr. Juan Carlos Priora, Profesor Emérito (2007) y, recientemente, Doctor honoris causa (2017) de la Universidad Adventista del Plata (UAP), mira a través de estos diez lustros de viaje ininterrumpido por un camino definido por servir y formar al prójimo, siguiendo el ejemplo dado por la vida del Maestro, el único camino, la verdad y la vida.
Margarita Sharp, su esposa, fue su compañera inseparable en este proceso. Profesora en Filosofía y Pedagogía y Maestra de Artes Visuales.
La pareja dio como fruto dos hijos, cuatro nietos y una bisnieta.
Nos sentamos junto al «querido profesor», mención que hasta el día de hoy sus alumnos le prodigan, y comenzamos un viaje por el mapa de estos cincuenta años transcurridos por el camino del conocimiento y el esfuerzo que toda empresa impone.
Nacido en Bahía Blanca, Argentina, en 1939, nos cuenta acerca de su niñez: «Tuve una infancia feliz y unos buenos padres —recuerda el Dr. Priora—. Durante veintiocho años viví en esta ciudad del sur del país.
Disfruté durante mis años niños de la amistad de mi hermano mellizo y de mis primos, con quienes recuerdo haber conjugado el gusto por las revistas de la época como Misterix, El Gráfico, Goles, entre otras. La verdad que le dimos mucho trabajo a mis padres.
Mi padre era gerente del Banco de Italia del Río de la Plata y, como era práctica en aquellas épocas de poca inseguridad, vivíamos arriba del banco. Teníamos suficiente espacio para jugar en aquel lugar».
Los estudios primarios los cursó en el Instituto Adventista “Manuel Belgrano” (1946-1952) de Bahía Blanca: «Llegada la edad de la escolaridad, llegó hasta nuestra casa una maestra cristiana que dirigía la escuela adventista en búsqueda de alumnos —asegura con nostalgia el Dr. Priora—. Aunque no éramos una familia adventista, nos visitó por recomendación de una compañera de mi mamá que le mencionó que conocía a una pareja con dos niños en edad escolar que aún no iban a la escuela. Al ser ochomesinos nos pescamos todas las enfermedades de la época, razón por la cual nuestros padres tenían un especial cuidado con nosotros y habían decidido no enviarnos a la escuela pública. Así que, la señorita María Sara Vázquez, llegó un domingo a las diez de la noche y golpeó la puerta de nuestra casa. Mi madre bajó y la atendió. La esforzada maestra le explicó los motivos de la visita a mis padres, quienes al otro día decidieron enviarnos a esta institución que estaba a la vuelta de mi casa. Este fue el primer contacto con la Iglesia Adventista y con su sistema educativo. Esto, nos marcó para toda la vida».
Obtuvo su título de bachiller en el Colegio Nacional de Bahía Blanca. Allí mismo comenzó (1958) su actividad docente que se extendió hasta 1967. Realizó estudios de Derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata (1958-1962). Se graduó de licenciado en Historia en la Universidad Nacional del Sur (1967), con estudios de posgrado en las Universidades Nacionales de La Plata y Córdoba.
«Siempre fui un alumno dedicado al estudio —afirma el Dr. Priora—. Aunque había algunas materias que me costaban, siempre intenté dar lo mejor de mí. No tenía mucha técnica de estudio; todavía no existía la asistencia psicopedagógica, aprendíamos como podíamos. Siempre tuve inclinación por la Historia y por las opiniones múltiples. Así que siempre tenía a mi alcance dos o tres libros, de diferentes autores, para que me brindaran un mejor panorama de las cosas. Allí también inició mi veta docente, comenzando a trabajar en el Colegio Nacional en 1958, meses después de recibirme en ese lugar. Durante diez años fui celador (auxiliar de disciplina), lo que me permitió proseguir con mis estudios universitarios. Durante esta experiencia pude hacer docencia y tomarle el gusto pues, ante la falta de alguno de los profesores, yo tenía que hacerme cargo del grupo. También, esta actividad me permitió llevar a cabo trabajos de gestión que enriquecieron mi tarea. Esto marcó mi vocación docente».
Ingresó al servicio educativo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en octubre de 1967, en el Colegio Adventista del Plata (CAP). Entre 1968 y 1974 se desempeñó como Profesor, Regente de disciplina, Director de Estudios y Rector del Instituto Adventista Florida, partido de Vicente López, Bs. As. «En el año 1966 llegó a nuestra casa el Pr. José Tabuenca, director general del CAP. Estaban necesitando profesores, ya que se iniciaban los profesorados del nivel terciario: Filosofía y Pedagogía y Ciencias Económicas —consigna el Dr. Priora—. Así que necesitaban docentes en Ciencias de la Educación y, en esa época, mi esposa había finalizado el profesorado en Filosofía y Pedagogía. ¡Es decir que mi llegada al CAP fue como príncipe consorte!
El 26 de octubre de 1967 cargué mi Citroën 2CV para transitar los 1200 kilómetros que me separaban de Entre Ríos. Yo soy muy despistado, gracias a Dios mi esposa no y siempre ha sido mi GPS. A un promedio de 60 Km por hora llegamos hasta Aldea Protestante (en aquella época era la entrada a la Villa), alrededor de las 22:00. Me caí con el vehículo en la cuneta y me empantané. Pasó un lugareño con su tractor y nos socorrió, poniéndonos en camino para llegar a nuestro destino. Un ángel nos guió. Un camino para hacer en quince minutos a mí me llevó dos horas. Toda una travesía. Al llegar al CAP me designaron como vicepreceptor en el internado en el turno tarde, y mi jefe fue el Pr. Enrique Becerra, de quien aprendí mucho. Por la mañana me desempeñaba como jefe de celadores, siendo mi jefe el Dr. Raúl Lorenzo Posse».
También se desempeñó como redactor de libros y director de revistas en la Asociación Casa Editora Sudamericana de Buenos Aires (1975-1978): «Fue muy bueno aprender otro oficio —afirma el Dr. Priora—. Aquí comenzó mi amor por las letras. Desde 1968 ya venía escribiendo artículos históricos relacionados con temas bíblicos. Mis primeros escritos estuvieron relacionados con la libertad religiosa y con temas históricos que tenían que ver con el desarrollo de las doctrinas. En el año 1979, recibimos un llamado (en este caso a mí, como cabeza de familia) para trabajar en el Instituto Juan Bautista Alberdi, en Misiones. Allí estuvimos cinco hermosos años. En 1984, recibimos un llamado del Dr. Egil Wensell y del Pr. Edwin Mayer, director de Estudios y director General del CAP, respectivamente, para hacernos cargo de la enseñanza media en esta institución. Fueron treinta y tres años hasta hoy que hemos permanecido aquí desde aquella invitación».
A partir de 1984 regresó al Colegio Adventista del Plata como profesor en los niveles medio y superior, y director de Enseñanza Media. Integró el equipo que diseñó la creación de la UAP, en calidad de coordinador adjunto. Creada la UAP, fue el primer decano de la Facultad de Humanidades, Educación y Ciencias Sociales (1990-1994): «Dios me cumplió un sueño —expresa el Dr. Priora—. Cuando estaba terminando el secundario, hace sesenta años, me acerqué al Pr. Federico Webster, presidente de la Asociación Bonaerense, y al pastor Daniel Nestares para consultarles si servía a la obra de la IASD que yo estudiara una carrera universitaria. Ellos, al unísono, me respondieron un sí rotundo, ya que la iglesia estaba pensando en fundar una universidad en Argentina. Recuerdo que el pastor Carlos Morales, director general del CAP, conformó un grupo de tres personas para trabajar en este quijotesco proyecto, pues en aquella época estaba suspendida la formación de universidades privadas en el país: Prof. Juan Carlos Olmedo, el Sr. Rolando Schneider y un servidor. La pregunta fue: “¿se animan a crear una universidad?” ¡Nuestra primera respuesta fue un contundente no! Pero el Pr. Morales supo ser convincente y comenzamos con el trabajo.
El anterior director, el Prof. Emilio Vogel, había enviado a hacer averiguaciones al Ministerio de Educación al Prof. Olmedo y al Dr. Luis Schulz acerca de las condiciones para gestionar una universidad. Ellos elevaron una solicitud acompañada del correspondiente diseño, a pesar de la suspensión vigente.
Cumplido este requisito, se debía armar el proyecto completo, que también fue presentado, aunque el expediente quedó trunco. Pero gracias a este expediente, nosotros pudimos avanzar con el resto del proyecto en constante colaboración con especialistas del Ministerio de Educación de la Nación. En ese momento, el Pr. Heriberto Müller era el director de Educación de la Unión Austral y el Pr. Rubén Pereyra, su presidente, quienes trabajaron hombro a hombro con el equipo. En tres meses se entregaron los dos volúmenes del proyecto y el 7 de diciembre de 1990 el Dr. Antonio Salonia, ministro de Educación, refrendó el decreto de creación que, a su vez, firmó el presidente, Dr. Carlos Saúl Menem. Claro, todo muy lindo, ya teníamos el decreto. Ahora había que poner en marcha la Universidad, lo cual fue todo un desafío. Luego fui designado como decano organizador de la Facultad de Humanidades, Educación y Ciencias Sociales durante cuatro años».
Finalizando el diálogo con el «profesor», le consultamos sobre qué cosas estaba satisfecho y sobre cuáles estaba arrepentido: «Me debo arrepentir de mis errores, claro está. Pero no me arrepiento de haber tomado la decisión que tomé hace cincuenta años. Cuando el Pr. Tabuenca estuvo en mi casa, tuvimos varias tentaciones que afrontar al momento de elegir el camino. Mi esposa había terminado una especialización en Problemas de aprendizaje y Orientación vocacional, especialmente en chicos con capacidades diferentes. Ella trabajaba para la Dirección de Psicología de la provincia de Buenos Aires. Cuando aceptamos el llamado del CAP, a mi esposa la promueven como titular en aquella dirección. Esto representaba estabilidad para toda la vida. Cuando rendí mis últimas materias en la Lic. en Historia, una de ellas fue Psicología. La tesina que presenté fue sobre psicología animal, tema que les encantó a mis profesores. En ese momento, el titular de la cátedra me invitó a formar parte del equipo. Tanto mi esposa como yo, habíamos dado nuestra palabra a la gente del CAP. Pero no me arrepiento de la decisión de sumarme al segundo sistema confesional de educación del mundo (en magnitud), lo cual me ha otorgado muchas satisfacciones. Hoy tengo grandes amigos y destacados profesionales que fueron alumnos en mi quehacer docente. Una vez le preguntaron al Dr. Alfredo Palacios ¿cómo se siente cuando uno de sus alumnos lo supera?, a lo que respondió: “Feliz, como debe de ser. Un alumno debe superar a su maestro”. Y este es mi mismo sentir».
El Dr. Priora ha publicado nueve libros, y otros tres están en proceso de publicación; también produjo ensayos, syllabus y unos ciento cincuenta artículos de divulgación en revistas de Argentina, América Latina, EE.UU. y Europa. Ejerció la docencia y la conducción educativa entre 1958 y 2001. Colabora actualmente con la red internacional de TV “Nuevo Tiempo” (San Pablo, Brasil) y con LLBN Latino TV (Loma Linda University, California) en el programa “Diálogo al Punto”, creado y conducido por el Dr. Humberto Mario Rasi.
Recibió varias distinciones, entre ellas de la Secretaría de Culto del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Argentina por su labor historiográfica en relación con la libertad religiosa (2011), distinción que le fuera entregada en el Salón Libertador San Martín de la Cancillería.
Dictó clases, cursos y seminarios en la Argentina, Colombia, Brasil, Ecuador, EE. UU. de Norteamérica, España, México Venezuela y Uruguay. Miembro del Comité de Arbitraje de las revistas Enfoques (UAP), Hablemos de Historia (UADER) y Apuntes Universitarios, UPEU (Perú), colabora también con la revista Temas de Democracia, que edita la Junta Central Electoral de República Dominicana.
Premio Fundación Rhys-Chaij (EEUU) a la excelencia educativa, nivel medio (2000).
Integra el cuerpo docente del Cary Theological Seminary, Lindsay, California (EEUU). Dicha institución, que cuenta con el aval del Estado de California, lo distinguió con el Doctorado en Humanidades, Honoris Causa, el 22 de junio de 2013.
El Honorable Concejo Deliberante de Libertador San Martín, Entre Ríos, en sesión extraordinaria, le entregó la distinción “Colina de la Esperanza”, en mérito a su ciudadanía ejemplar, en el marco de los actos conmemorativos del Trigésimo Aniversario de la Recuperación de la Democracia (10 de diciembre de 2013).
El Sr. Intendente Municipal de Bahía Blanca, Dr. Gustavo Bevilacqua, lo distinguió entregándole el escudo de la ciudad el 14 de junio de 2014 y el Instituto Belgraniano, sede Bahía Blanca, con la medalla belgraniana, el mismo día.
El 22 de noviembre del 2014, la Escuela de Medicina de la UAP le entregó un reconocimiento por su participación en la creación de la carrera de Medicina en 1994.
El 25 de septiembre de 2015 la Universidad Adventista del Plata, con motivo del 25° aniversario de su creación, le entregó un reconocimiento por su participación, como coordinador adjunto, en el equipo que planificó dicha creación.
Actualmente, además de dictar cursos, clases y seminarios, se desempeña como editor de libros.