04 Abr

La Universidad Adventista del Plata (UAP) envió, por quinto año consecutivo, a seis voluntarios (entre alumnos y egresados) al país de Kirguistán. La Universidad lleva a cabo tres proyectos específicos de extensión para Asia Central, específicamente en Kirguistán: Escuelas de futbol, en tres de las ciudades más importantes del país; y dos institutos, uno de inglés y otro de español. En estos centros de voluntariado, los representantes de la UAP junto a voluntarios de otras organizaciones, se desempeñan como profesores en las distintas áreas propuestas.

Todos los involucrados en este plan recibieron una preparación previa, donde se capacitaron para enfrentar este cambio y asumir sus desafíos, como pueden ser: el shock cultural, la adaptabilidad, la contextualización y cómo ser significativo frente a una cultura tan diferente. Kirguistán es un país con grandes necesidades y con muchas zonas carenciadas en cuanto a infraestructura, trabajo e inversiones. En este contexto, la ayuda que se brinda es una oportunidad para mejorar la calidad de vida de las personas que viven en este lugar.

El Pr. Darío Maldonado, capellán de la UAP y encargado del Servicio Voluntario Adventista en esta Institución, tuvo la posibilidad de acompañar al nuevo grupo de voluntarios que se dirigió a este país. Acerca de esto, expresó: «Este es el quinto año en que la Universidad invierte recursos en proyectos de asistencia para involucrar a nuestros alumnos y egresados en este plan, el cual deseamos continuar. Por esto, en conjunto con la División Euroasiática, la cual está atendiendo las necesidades sociales de tres países en esa zona, se hizo una nueva reestructuración para los próximo cinco años de este proyecto. Desde el 2019 hasta el 2023 la idea es continuar en Kirguistán y también extenderlo a nuevos lugares».

«Los voluntarios que viajan por primera vez al país, al interactuar con esta nueva cultura, se dan cuenta que las cosas simples de la vida que aprendieron en su país, también se pueden hacer de otra manera —menciona el Pr. Maldonado—. Y al compartir con las personas de esos remotos lugares y la interconexión que se crea, hace que vuelvan con otra visión del mundo, con otra perspectiva del ser humano y con deseos de aportar a esta sociedad un granito de arena más».

Para los alumnos que ya regresaron, esta fue una experiencia significativa por el hecho de conocer una sociedad con costumbres tan diferentes y ver la necesidad de otras personas. «Poder hablar y relacionarse con personas que viven del otro lado del mundo, que tienen necesidades similares que nosotros y comprobar que uno puede ser un factor de cambio en sus vidas, provoca una nueva forma de pensar su futuro personal y profesional. Uno se da cuenta que necesita involucrarse con la necesidad del otro. Este es el sentimiento de muchos de los voluntarios que vuelven — manifestó el Pr. Maldonado —».